LA CARIDAD
A todos nos gustaría que el mundo cambiara a mejor, pero no debemos olvidar que, para que eso ocurra, primero tenemos que cambiar nosotros. Y una de las cosas fundamentales es desarrollar el amor verdadero.
Sabemos que el verdadero amor es un sentimiento profundo, totalmente contrario al egoísmo, en el que no tienen cabida el odio y sus diversas manifestaciones. Si queremos crecer interiormente, con pleno desarrollo espiritual, necesitamos desarrollarlo, y para lograrlo, debemos fijar en lo más profundo de nuestra mente aquellas ideas positivas que nos ayuden a desarrollarlo. Estas ideas deben transformarse en actitudes positivas, practicando la compasión, la misericordia, la tolerancia, la comprensión y la caridad.
En el amor verdadero no hay lugar para el egoísmo, lo cual elimina desde el principio todas las negatividades que contiene. Como no hay expectativa de recompensa, no hay interés negativo, no hay actitudes egoístas.
En general, la Caridad se entiende como una actitud de solidaridad con el sufrimiento de los demás, pero es necesario trascender este concepto para tomar plena conciencia de lo que realmente es. La caridad es una de las grandes manifestaciones del verdadero amor y, por tanto, debe ser algo fundamental para todo aquel que ha desarrollado su espiritualidad. Una persona espiritual no necesita pensar o considerar la Caridad para ponerla en práctica. Cuando se encuentra en una situación en la que necesita ayudar a los demás, simplemente actúa con naturalidad.
El que ama a su prójimo, hace el bien por el bien, sin ningún condicionamiento, y mucho menos esperando recibir recompensa. Para que la Caridad sea auténtica, debe realizarse de manera sencilla, espontánea, humilde y sincera.
Una de las prácticas más comunes en la Caridad es la de dar limosna, que suele materializarse en forma de dinero o cosas materiales. Todo esto tiende a confundir lo que es Caridad con lo que no es. Es requisito indispensable que la persona que da limosna no piense en obtener recompensa alguna por ello, nunca buscando el reconocimiento público, la admiración de los demás, y mucho menos de aquella persona que es objeto de su ayuda.
Quien practica la Caridad debe también evitar ofender en modo alguno la sensibilidad del mendigo o del pobre, porque no se trata sólo de entregarle un objeto material, sino que debe ir acompañada de una manifestación de Amor que debe ser sentida por quien lo recibe. . Esto es lo que no entienden algunos vanidosos y soberbios, que en el fondo desprecian a los pobres que reciben sus limosnas. También debemos considerar cuál es la mejor manera de ayudar a los demás, ya que hay muchas maneras de hacerlo; No se trata solo de dar limosna, sino de ofrecer lo que realmente necesitan. Hay personas que carecen de comprensión, cariño, compañía, etc., que a veces sólo necesitan un simple gesto de amor, una palabra, para aliviar su dolor o sufrimiento. Otra forma de practicar la caridad podría ser ayudar a quienes necesitan orientación y enseñanzas para seguir su camino espiritual. No olvidemos que podemos ofrecer no solo bienes materiales, sino también espirituales.
Tengamos presente que el que da con amor recibe más que la otra persona, porque ayudar a los demás es fuente de alegría y satisfacción.
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