ACTITUD POSITIVA PASE LO QUE PASE: ECUANIMIDAD
El progreso en el desarrollo personal y espiritual depende
más de la forma en que la persona reacciona ante las fuerzas adversas, que al
poder que éstas puedan tener. Porque dificultades y obstáculos puede haber
muchos en el transcurso de una vida terrenal. Nuestro estado interior no debe depender
de lo que suceda en el exterior. Si así fuera, la ecuanimidad no cumpliría su
cometido. Tenemos que aprender a dirigir
nuestra vida y no que ésta nos dirija. No debemos ser un barco a la deriva golpeado
por las olas de un mar tempestuoso. Debemos mantener el rumbo si apartarse de
él aunque tengamos que hacer frente a muchas tempestades.
No hay que olvidar que el ruido interior es ruido
exterior. Sólo si mantenemos la calma
dentro de nosotros, podremos influir en positivo en las cosas externas. Cuando hay silencio interior, las fuerzas
adversas pierden poder y las circunstancias externas se tornan más favorables.
A lo largo de su desarrollo personal y espiritual, habida
cuenta que en él habrá momentos difíciles, es posible que una persona se
desaliente y llegue incluso a pensar que está fracasando en su trabajo de
crecimiento. En estos casos es cuando
más tiene que conservar la ecuanimidad, y por lo tanto no dejarse llevar por el
desaliento o la inquietud. Estando
serena, le será más fácil analizar su situación, reflexionar sobre su momento
presente y descubrir las verdaderas causas de lo que considera un fracaso. La regla general es no dejarse abatir por la
adversidad. Lo que hay que hacer es
encontrar la causa verdadera de ésta, y eliminarla. Hay que tener siempre presente que tanto el
origen como la solución de nuestros males, están siempre dentro de nosotros
mismos. Por eso es que hay que vivir más
profundamente en lo interior, y menos en el terreno en que la mente y las
emociones agitadas son fuente de perturbación y distracción. Al buscar soluciones para las dificultades y
las actitudes negativas ante ellas, debemos procurar no cometer el error de
identificarnos con las mismas. Lo peor
que podemos hacer es llegar a considerar que son parte de nuestra propia
naturaleza.
La luz que necesitamos en las oscuridades de la vida está
en nuestra parte espiritual, en esa parte interior que es en sí misma fuente de
paz, alegría y serenidad.
Tenemos que aprender a ser ecuánimes en todos los
aspectos de nuestra vida terrenal. Hay
que tener en cuenta que pueden ser tan negativos la euforia como el pesimismo,
el dejarse llevar por la complacencia de los sentidos, como el reprimirla. Es en el equilibrio donde se encuentra el
secreto. Cada uno debe buscar su propio
equilibrio y no dejar que nada lo altere.
Y mucho menos los obstáculos del camino, que lejos de ser una desgracia,
pueden ser un instrumento útil para templar el espíritu.
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