sábado, 26 de octubre de 2024

ACTITUD POSITIVA PASE LO QUE PASE: ECUANIMIDAD

 


ACTITUD POSITIVA PASE LO QUE PASE: ECUANIMIDAD

La Ecuanimidad (Actitud positiva en cualquier circunstancia) es el equilibrio necesario para la paz interior plena, el saber en definitiva permanecer sosegado siempre.  Esto no significa que la persona no sea consciente de lo que está sucediendo o que no le dé importancia a los hechos; no significa en ningún caso una actitud apática o la inmovilidad.  Todo lo contrario.  Es la acción positiva que lleva a la solución de las dificultades, ocupándose conscientemente de ellas, pero sin dejar que sean fuente de perturbación interior.

El progreso en el desarrollo personal y espiritual depende más de la forma en que la persona reacciona ante las fuerzas adversas, que al poder que éstas puedan tener. Porque dificultades y obstáculos puede haber muchos en el transcurso de una vida terrenal. Nuestro estado interior no debe depender de lo que suceda en el exterior. Si así fuera, la ecuanimidad no cumpliría su cometido.  Tenemos que aprender a dirigir nuestra vida y no que ésta nos dirija.   No debemos ser un barco a la deriva golpeado por las olas de un mar tempestuoso. Debemos mantener el rumbo si apartarse de él aunque tengamos que hacer frente a muchas tempestades.

            No hay que olvidar que el ruido interior es ruido exterior.  Sólo si mantenemos la calma dentro de nosotros, podremos influir en positivo en las cosas externas.   Cuando hay silencio interior, las fuerzas adversas pierden poder y las circunstancias externas se tornan más favorables.

            A lo largo de su desarrollo personal y espiritual, habida cuenta que en él habrá momentos difíciles, es posible que una persona se desaliente y llegue incluso a pensar que está fracasando en su trabajo de crecimiento.    En estos casos es cuando más tiene que conservar la ecuanimidad, y por lo tanto no dejarse llevar por el desaliento o la inquietud.   Estando serena, le será más fácil analizar su situación, reflexionar sobre su momento presente y descubrir las verdaderas causas de lo que considera un fracaso.   La regla general es no dejarse abatir por la adversidad.  Lo que hay que hacer es encontrar la causa verdadera de ésta, y eliminarla.   Hay que tener siempre presente que tanto el origen como la solución de nuestros males, están siempre dentro de nosotros mismos.  Por eso es que hay que vivir más profundamente en lo interior, y menos en el terreno en que la mente y las emociones agitadas son fuente de perturbación y distracción.   Al buscar soluciones para las dificultades y las actitudes negativas ante ellas, debemos procurar no cometer el error de identificarnos con las mismas.  Lo peor que podemos hacer es llegar a considerar que son parte de nuestra propia naturaleza.

            La luz que necesitamos en las oscuridades de la vida está en nuestra parte espiritual, en esa parte interior que es en sí misma fuente de paz, alegría y serenidad.  

            Tenemos que aprender a ser ecuánimes en todos los aspectos de nuestra vida terrenal.   Hay que tener en cuenta que pueden ser tan negativos la euforia como el pesimismo, el dejarse llevar por la complacencia de los sentidos, como el reprimirla.   Es en el equilibrio donde se encuentra el secreto.   Cada uno debe buscar su propio equilibrio y no dejar que nada lo altere.  Y mucho menos los obstáculos del camino, que lejos de ser una desgracia, pueden ser un instrumento útil para templar el espíritu. 

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