INDICE
1) EL ODIO
2) LA IRA
3) LA ENVIDIA
4) LA SOBERBIA
5) LA VANIDAD
No hay nada más destructivo para una persona que el odio. Es una emoción generalmente acompañada de otras actitudes negativas, como resentimiento, deseo de venganza, ira o agresividad. Esta actitud de extrema negatividad implica una agresión directa contra nosotros mismos. El odio daña el cuerpo físico, la mente, el equilibrio emocional y el espíritu. Este sentimiento es perjudicial para la salud, ya que puede provocar problemas psicológicos e incluso físicos, como estrés, ansiedad, insomnio, pensamientos obsesivos, agresividad y debilitamiento del sistema inmunológico.
La persona que odia es vive angustiada, no puede ser feliz y, por tanto, no conoce la paz. Está en una guerra permanente contra los demás y contra ella misma. El que realmente sufre es el que odia, no el que es odiado.
Una de las manifestaciones más negativas que puede provocar el odio es el deseo de venganza, que en algunos casos puede convertir a la persona en un ser despreciable. En el libro "El Evangelio según el Espiritismo", cap. 12, 9, tenemos una descripción clara de lo que significa la venganza:
“La venganza es uno de los últimos vestigios de las costumbres bárbaras, que tienden a desaparecer entre los hombres. Es, como el duelo, uno de los últimos vestigios de aquellas salvajes costumbres en las que se debatía la Humanidad a principios de la era cristiana. “Por lo tanto, la venganza es un signo seguro del estado atrasado de los hombres que la practican y de los Espíritus que aún pueden inspirarla”.
Consejos para superar el odio y el resentimiento:
1) Analiza objetivamente por qué estás resentido con una persona para descubrir si tu actitud tiene alguna justificación.
2) Aprender a interpretar lo ocurrido de forma más racional y relativizar su importancia.
3) Intenta comunicarte con la persona que te hizo daño, habla de tus sentimientos y trata de reconciliarte con ella. Si te rechazan, aléjate y siéntete satisfecho de haber hecho lo que debías hacer.
4) No hurgar en la herida, no alimentes sentimientos negativos. Deja de pensar en la persona que te ofendió y el daño que te causó.
5) Y sobre todo, perdonar. No olvides que el perdón es fuente de felicidad.
Quiero terminar con esta enseñanza del Buda que dice lo siguiente: “Si llenas tu corazón de odio, resentimiento y/o venganza, no dejarás espacio para el amor, la comprensión, los buenos sentimientos y entonces tu corazón se marchitará. "
La palabra envidia procede del término invidere, que significa ver con malos ojos. Y esto es lo que en verdad le sucede al que la padece, que no ve con buenos ojos los éxitos, las pertenencias, la felicidad de los demás. El envidioso es una persona atormentada porque vive pendiente de lo que sus semejantes poseen, lo cual le llena de insatisfacción. Este sentimiento negativo puede llegar a ser muy fuerte, hasta convertirse en una verdadera actitud hostil. El envidioso normal lo es en silencio, rara vez da a conocer lo que está sintiendo, incluso puede ser un hipócrita. Pero los hay que no pueden reprimir su descontento y dan rienda suelta a su frustración de diversas maneras. Una de las costumbres más comunes en estos casos es intentar con la crítica que la persona objeto de la envidia, se sienta mal por lo que posee o llegue a no estimarlo de forma objetiva. Otras consecuencias de la envidia hostil son la difamación y la calumnia. Al no poder soportar el éxito o la vida placentera de otro individuo, el envidioso recurre a hablar mal de él, con el fin de hacerle perder de alguna manera su bienestar, y para ello no le importa inventarse historias e incluso buscarse falsos testigos que refuercen su negativo proceder.
La persona envidiosa normalmente es soberbia y egoísta; no puede aceptar que alguien que considera inferior en alguna medida, tenga un mayor reconocimiento social y éxito en su trabajo o en sus estudios. Dentro de ella se entremezclan muchos sentimientos negativos que la hacen sufrir. Por un lado, considera injusto que otro individuo viva mejor que ella, que consiga lo que a ella le gustaría conseguir; por otro lado, se centra demasiado en sí misma, como si nada en el mundo tuviese más importancia que sus sentimientos.
Hay otro tipo de envidia que en realidad no es tal, aunque en el lenguaje popular se le llame “envidia sana”. Me refiero a los casos en que un individuo admira lo que otro tiene o ha conseguido y siente cierta o mucha frustración porque a él le gustaría estar en su lugar. Pero en este sentimiento no hay soberbia ni egoísmo, ni mucho menos hostilidad. Es simplemente, una admiración que normalmente responde a un deseo de superación. No es pues un hecho negativo en sí mismo, aunque debe ser trabajado por el que lo siente para conseguir superarlo totalmente. La persona positiva no tiene necesidad de admirar a nadie para superarse, y si observa el éxito ajeno, lo hace sólo como punto de referencia para conseguir sus propios objetivos.
Tampoco hay que confundir la envidia con la actitud que alguien puede adoptar en un momento determinado si considera que a una persona concreta se le ha dado un premio o un trabajo que no merecía. En otros casos, lo que parece envidia no es más que celos o el temor de que alguien que no nos quiere bien, adquiera el poder suficiente para hacernos daño. Todas estas actitudes son obviamente también negativas, pero no hay que confundirlas con la envidia propiamente dicha.
LA SOBERBIA Y SUS GRAVES PERJUICIOS
La soberbia es un sentimiento de superioridad que lleva a una persona a creerse mejor, más importante o capaz que los demás. No es lo mismo que tener una autoestima sana o seguridad en uno mismo. La soberbia se caracteriza por:
• Una sobrevaloración desmesurada de las propias capacidades, logros o importancia.
• Un desprecio o menosprecio hacia las opiniones, sentimientos y capacidades de los demás.
• La necesidad de ser constantemente reconocido y admirado.
• La dificultad (o imposibilidad) de reconocer errores, pedir disculpas o aceptar críticas.
• La arrogancia en el trato y la forma de expresarse.
En muchas tradiciones, como la cristiana, la soberbia es considerada la "madre de todos los pecados” porque es la actitud que aleja al individuo de los demás y, en un sentido espiritual, de la humildad necesaria para crecer.
LOS GRAVES PERJUICIOS DE LA SOBERBIA
Los efectos negativos de la soberbia son profundos y se extienden a todas las áreas de la vida de una persona
1. Perjuicios para el Individuo Soberbio: Estancamiento personal y profesional: Quien se cree perfecto o que ya lo sabe todo, pierde la motivación para aprender, mejorar y adaptarse. La soberbia ciega ante los propios errores, impidiendo el crecimiento.
• Aislamiento y soledad: La actitud arrogante y despectiva aleja a las personas. Con el tiempo, el soberbio se queda solo, porque los demás se cansan de sentirse menospreciados.
• Fragilidad emocional: Aunque aparenten una gran seguridad, los soberbios suelen tener una autoestima muy frágil. Su superioridad es una máscara para ocultar inseguridades profundas. Cualquier crítica o fracaso les afecta desproporcionadamente, aunque no lo muestren.
• Toma de decisiones erróneas: La incapacidad de escuchar consejos o de ver los propios puntos débiles lleva a cometer graves errores de juicio, tanto en la vida personal como en el liderazgo empresarial o político.
2. Perjuicios en las Relaciones Interpersonales
• Destrucción de la confianza: Es imposible confiar en alguien que nunca reconoce sus faltas o que siempre busca culpar a los demás.
• Conflictos constantes: La soberbia genera fricciones, discusiones y resentimiento en la familia, las amistades y la pareja.
• Imposibilidad de trabajar en equipo: En un entorno laboral, una persona soberbia es tóxica. No colabora, no valora las contribuciones ajenas y sabotea la cohesión del grupo.
3. Perjuicios en el Liderazgo y la Sociedad
• Tiranía y abuso de poder: Un líder soberbio se rodea de aduladores, silencia las voces disidentes y toma decisiones autoritarias que pueden perjudicar a mucha gente.
• Cultura del miedo y la incompetencia: En organizaciones donde se premia la soberbia, los empleados tienen miedo a admitir errores o a innovar, lo que lleva al estancamiento y a ocultar problemas graves.
• Polarización: La incapacidad de dialogar y de reconocer el valor en las posturas ajenas es un caldo de cultivo para la división social.
EL REMEDIO CONTRA LA SOBERBIA: LA HUMILDAD
Frente a la soberbia, la virtud que se alza es la humildad. La humildad no es tener una baja autoestima o menospreciarse. La verdadera humildad es:
Tener una visión realista de uno mismo: Reconocer tanto las fortalezas como las debilidades.
Estar abierto a aprender: Saber que siempre hay algo nuevo que descubrir y que cualquier persona, sin importar su condición, puede enseñarnos algo.
Valorar a los demás: Reconocer y apreciar las cualidades y contribuciones de otros.
Ser capaz de pedir perdón y de perdonar.
La persona humilde es, curiosamente, la que más crece, la que genera relaciones más sólidas y auténticas, y la que suele inspirar un respeto genuino.Conclusión
CONCLUSIÓN
La soberbia es una prisión elegante. La persona que habita en ella puede sentirse poderosa por un tiempo, pero en realidad se está privando de lo más valioso de la experiencia humana: la conexión auténtica con los demás, la oportunidad de aprender y crecer, y la paz que viene de aceptar la propia humanidad, con sus luces y sus sombras. Vencer la soberbia es un acto de liberación y sabiduría.








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