Nuevo artículo de SUELI CLARET PEREIRA
¿Y tú crees en milagros? ¿Crees
que tu fe puede curarte?
Mucha
gente dice que no necesita ninguna religión y que eso no es más que tontería de
los crédulos, que milagros no existen… pero como decía el gran sabio Einstein: “Solo
hay dos modos de vivir la vida: una es vivirla como si milagros no existieran,
otra es vivirla como si todo fuera milagro.”
Primeramente,
me gustaría compartir con los caros lectores algo que nos pasó hace algún
tiempo y que mucho me hizo reflexionar. Era una tarde de domingo, después de
una linda palestra, oración y confraternización con amigos en un pequeño pueblo
lejos unos 20 km de nuestra ciudad, volvíamos a casa tranquilos y alegres
cuando al cruzar una carretera nacional llevamos un gran susto. Ya estaba
oscuro y al llegar a la rotonda, paramos, miramos por los dos lados más de una
vez antes de mover el coche, pero cuando ya estábamos en medio de la pista fuimos
sorprendidos por un inmenso camión que bajaba en altísima velocidad y lo único
que pudimos oír fue su bocina muy fuerte cuando pasó como un rayo a algunos
pocos centímetros. No sabemos explicar cómo,
cuando nos dimos cuenta, mi coche estaba parado en la pista contraria, como si
una mano invisible hubiera movido la dirección y nos hubiera librado de una
muerte segura. El susto fue tanto que por varios minutos no podía conducir,
apenas podía respirar… y agradecer.
¿Y
tú crees que todo es milagro o los milagros no existen? La ciencia está comprobando cada vez más que
la fe sí puede ayudar en los procesos de cura y eso significa desarrollar en
nosotros mismos la espiritualidad, esa conexión con algo más grande que
nosotros mismos, con nuestra esencia divina, con nuestro “yo sagrado”. Investigaciones realizadas han comprobado que las oraciones, la meditación y el relajamiento contribuyen mucho para el
enfrentamiento de enfermedades graves y para vivir con más calidad.
Voluntarios
llevan a los hospitales esas prácticas que son llamadas de medicina integrativa
y los resultados son muy buenos, tanto para los pacientes como para sus
familiares. Lo más importante es tener en cuenta que estamos aquí en
aprendizaje y por tiempo limitado y que tarde o temprano volveremos al otro
plano. “Somo seres espirituales en experiencias materiales…”
Jesus
dijo “tu fe te curó. Vete y no peques más”. O sea, la fe cura,
pero hay que curar primero nuestro espíritu enfermo. Cambiar nuestros
pensamientos, harmonizar nuestra mente, aprender a agradecer y a no reclamar.
Mucha
gente no comprende que la fe verdadera y profunda es algo que tenemos que
buscar mientras las aguas del mar de la vida están calmas. Pues mientras todo
esté bien, la vida buena, la salud, se vive en abundancia, el empleo va bien,
todo va bien… no se acuerdan de agradecer, de buscar esa conexión con el
divino. Pero cuando las tempestades de la vida llegan, y seguramente llegarán,
pues todo en la vida pasa por ciclos, nada es permanente, en este mundo
transitorio donde lo único cierto es la incertidumbre del mañana…
Estamos paseando tranquilos y un accidente puede arrebatarnos la vida o la libertad del movimiento físico, o pueden ser alguno de nuestros seres queridos los pasajeros que abandonan el tren de la vida.
Nos sentimos muy bien, pero una enfermedad nos toma por asalto, llenando de sombras los meses venideros.
"Cuando esas cuestiones ocurren y no disfrutamos del apoyo de la creencia en la vida verdadera, en la inmortalidad del alma, en la existencia de un Dios justo y bueno; cuando todo lo que era bueno se vuelve malo, como si fuera una acumulación de lo que llamamos desgracias, los que no tenemos el esclarecimiento de los objetivos de la vida en la Tierra, y que soliamos vivir como si hubiera perennidad en este mundo, sentimos que nos falta el suelo. Entonces la desesperación se convierte en nuestra compañera constante, porque no podemos aceptar la separación de un ser querido, arrebatado por esa arpía llamada muerte. Y si pensamos en Dios en esos momentos, es para quejarnos, para rebelarnos, porque el dolor es inmenso, casi inmoportable.
"Cuando somos sorprendidos por diagnósticos que nos hablan de la muerte inminente, o cuando somos estorbados en nuestras posibilidades de amplia libertad, todo se vuelve sombrío" (Momento espírita)
Y en esos momentos la fe cobra importancia... y si tú no la has cultivado en los tiempos de las vacas gordas...
Por eso es tan importante despertar nuestra consciencia de seres eternos que somos, buscar el conocimiento que nos facilitará no solo enfrentar con coraje y sin temor las tempestades, como estar preparados para cuando llegue la hora de volvernos a la patriua espiritual de donde venimos. Pues somos espíritus en tránsito por un cuerpo de carne, para progresar y con nuestros días contados sobre la faz del planeta.
Cuando despertamos nuestra consciencia y aprendemos que a cada uno se le da según sus obras, tenemos la certeza de que hay una razón seria para que el sufrimiento nos envuelva, en cualquiera de suys formas y lo enfrentamos con la certeza de que todo pasará. Y que practicar la oración y la meditación buscando la paz interior, sintonizando con las energías superiores, nos ayuda a harmonizar también nuestras células, órganos y sistemas y nos ayuda a vivir con mucha más salud y felicidad.
(Pueden ver más artículos interesantes en la sección SEMILLAS DE LUZ)
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