ACTITUD POSITIVA ANTE LA MUERTE
La gente en general tiene mucho miedo a la muerte, la sola palabra les llena de inquietud. El problema en el ser humano es que, aunque su vida no corra ningún peligro, siente miedo ante la sola idea de la muerte, un miedo que puede degenerar incluso en un problema psicológico. Algunas personas dicen que a lo que temen es a dejar todas las cosas que poseen, incluidos los seres queridos, no pudiendo disfrutar más de ellas. A otras lo que les atormenta es la posibilidad de sufrir en el momento de la muerte. Y las hay que sienten temor ante lo que les pueda esperar después de morir. Una gran cantidad de personas tienen todos estos temores juntos, por eso se aferran a la vida física como a un clavo ardiendo. Y todo esto sucede porque nadie les ha enseñado a morir. Desgraciadamente el tema de la muerte sigue siendo un tabú en nuestra sociedad, y nadie quiere hablar de ello. Y tenemos que aprender desde niños a morir. Cuántos sufrimientos nos evitaríamos si así fuera. Por eso uno de los grandes logros que se obtienen en el desarrollo personal y espiritual es la pérdida total del miedo a la muerte, tanto de la propia como de la ajena.
Ser positivo ante la muerte no significa que no nos importe el que un ser muy querido para nosotros nos abandone para siempre, sino saber colocar el hecho de la mejor forma posible. Lo que hay que eliminar de nuestra existencia es el abatimiento, la tristeza, toda manifestación emocional que nos sea perjudicial. Y para ello lo primero es no rehuir el tema de la muerte en nuestra vida cotidiana. Debemos aprender a mirar a la muerte de frente, sin miedo, y ello incluye saber trascender el sufrimiento que el fin de un ser querido nos produzca.
La preparación del moribundo:
Es un hecho que algunos seres humanos no saben enfrentarse a los últimos momentos de su vida. Hay quien teniendo la debida preparación se comporta con serenidad y da muestras de positividad. Pero no toda la gente lamentablemente está preparada para ello y por eso algunas personas caen en la desesperación. Las hay que tienen la suerte de estar rodeados de personas cariñosas y compasivas que se esfuerzan en consolarles. Un gesto cariñoso puede valer más que mil palabras. Dichoso el moribundo que escucha palabras de aliento mientras siente en su frente el calor de una mano amiga.
La persona que ha trabajado durante su vida para crecer espiritualmente tiene Fe y por lo tanto no duda en que su verdadera identidad es inmortal. Por lo tanto, llega al óbito con paz interior. Aunque la agonía sea lenta acompañada de sufrimiento físico, sabe soportarla con entereza, seguro como está de que pronto se liberará de todas las ataduras materiales. Pero el que no comparte estas ideas puede necesitar de la ayuda de sus seres queridos para combatir el miedo y la tristeza. ¿Qué se puede hacer por estas personas? Depende del estado en que se encuentren. Si están conscientes, podemos hablarles para consolarles, pero con actitud positiva. No deben vernos abatidos, destrozados, porque entonces su pena puede ser aún mayor y dificultar por lo tanto su fin. Hay que hablarles de la muerte como algo natural, recordarles que todo ciclo de vida física tiene un final. Si se trata de personas que creen en Dios y en la inmortalidad del alma, hay que decirles que tengan presente sus creencias que les aseguran que la muerte es sólo la puerta para entrar en la verdadera vida. Si sabemos que están preocupadas por la familia, en qué estado se quedan, etc., hay que decirles que no deben preocuparse por nada, que todo se arreglará, que todo está ya previsto. Debemos coger sus manos entre las nuestras y hablarles dulcemente. Y no olvidemos que es importante que nos vean firmes, seguros de lo que decimos.
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