EL SENTIMIENTO DE CULPA
El sentimiento de culpa puede llegar a sumir a quien lo padece en una profunda tristeza que suele ir acompañada de angustia. La raíz del problema puede estar en el error que cometen algunas personas de ser demasiado severas consigo mismas. La situación se agrava en aquellas a las que les gusta autoflagelarse pensando que están llenas de defectos y que no son capaces de hacer las cosas bien. En una ocasión una mujer me dijo que muchas veces se sentía culpable por considerar que no había hecho todo lo que podía por una determinada persona. Este sentimiento puede presentarse con mayor fuerza y por lo tanto producir más sufrimiento, en aquellas personas que tras haber perdido a un ser querido, se atormentan pensando que no le trataron en vida como merecía, o que no le ayudaron en determinada circunstancia, siendo ahora imposible reparar el supuesto daño o hacer las cosas mejor. En otros casos se trata del recuerdo de un acto negativo que el individuo con sentimiento de culpa hizo en contra de un semejante. Es frecuente que una persona se atormente cuando le ocurre una desgracia a otra, si considera que nada le hubiese pasado sin su intervención.
Al igual que pasa con la falta de autoestima, la persona puede incubar el sentimiento de culpa desde la infancia. Es muy corriente que los padres hagan ver de alguna manera a sus hijos todo lo que hacen por su bienestar. A algunos les preocupa que tengan claro y no olviden que se están sacrificando por ellos. Y no pocas veces se lo echan en cara. Esta situación se complica cuando el hijo no da ninguna muestra de gratitud. Entonces los padres se desesperan porque se sienten traicionados, y porque creen que esa persona que ha sido objeto de sus desvelos durante tantos años, es un ser insensible. Si el niño se acostumbra a sentirse avergonzado o como un malvado por hacer cosas que sus padres consideran como falta de amor o consideración hacia ellos, puede llevar consigo a la edad adulta la misma actitud. En esa etapa de su vida serán su jefe en el trabajo, su pareja, sus amigos, etc. los que despertarán en él la actitud negativa de reafirmar el sentimiento de culpa.
Hay adultos que suelen atormentarse por haber insultado a un amigo durante una riña, por no haber ayudado a un familiar a hacer algo concreto, o por haber pensado mal de alguien. Estas actitudes ante hechos presentes, son tan contraproducentes como las que se adoptan sobre hechos pasados. Otra vez nos encontramos con el error de confundir el saber aprender de los propios fallos para ser cada vez mejor persona, con la actitud inútil de autoflagelarse sin ser capaz de perdonarse a sí mismo.
Hay personas que se atormentan pensando si es posible que con una actitud determinada estén haciendo sufrir a otra persona, aun sabiendo que esto es lo que menos desean que ocurra. Es el caso de alguien que actúa conforme a su criterio, con positividad, en algo que cree justo, y su proceder no es comprendido o aceptado por un familiar o amigo. Esto suele darse con más frecuencia entra padres e hijos.
Tengamos pues siempre presente, que no es positivo alimentar sentimientos de culpa en ningún caso. La gente que no entiende esto, se empeña en que el que hace algo negativo, debe pasarse la vida sintiéndose mal por ello. Se trata de una postura absurda. Si hacemos algo indebido, debemos aprender de ese error para no volverlo a cometer y si hemos hecho daño a alguien, debemos pedirle perdón y tratar de enmendar el daño de la mejor forma posible. Eso sí es positivo, pero recrearse en él, no lleva a ninguna parte. Por mucho que nos culpemos no conseguiremos nada bueno, sino llenarnos de angustia o sentirnos tristes. No hay sentimiento de culpa que pueda cambiar el pasado. Si una persona actúa siempre en positivo, no tendrá nunca nada que reprochare. Y si alguna vez se equivoca actuando como en realidad no quería hacerlo, debe ser compasiva consigo misma, perdonarse y pensar que lo que ha hecho ha sido de la mejor manera que en ese momento era capaz de hacer.
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